«La única película de terror de Ingmar Bergman es una escalofriante fantasía gótica sobre el monstruo que llevamos dentro.»

La película «Hour of the Wolf», de Ingmar Bergman, es una obra maestra del terror psicológico que ha pasado un tanto desapercibida a pesar de su profundidad y simbolismo. Lanzada en 1968, es considerada la única película de horror del icónico director sueco, famosa por ser una exploración inquietante de la mente humana y sus demonios internos. La historia gira en torno a Johan, interpretado por Max von Sydow, un artista que comienza a experimentar visiones perturbadoras que lo alienan aún más de su esposa Alma, a quien da vida Liv Ullmann.

Desde el inicio, la narrativa se presenta en un formato intrigante: Alma, al principio de la historia, ya se encuentra en una situación complicada, lo que plantea la pregunta de si su relación ha sido siempre así o si la locura de Johan se ha apoderado de ella. A medida que se desarrolla la trama, se siente la tensión que ahoga a la pareja, y a la vez, se revela la lucha de Johan con sus fantasmas creativos y su desconexión emocional. Alma se convierte en la voz de la razón y el ancla emocional, y su viaje por tratar de entender lo que ocurre dentro de su matrimonio es tan desgarrador como fascinante.

La atmósfera de «Hour of the Wolf» es escalofriante, pero no en el sentido tradicional de películas de miedo; aquí, los peligros son más psicológicos que físicos. Lo que realmente aterra en esta cinta es la exploración de lo que sucede en la mente de Johan y cómo él transforma su realidad en algo oscuro. La película evita sorpresas espectaculares, prefiriendo sumergirse en la angustia existencial que siente Johan. Esta decisión de no mostrar la «realidad monstruosa» e invitar al espectador a imaginar sus propios horrores hace que la historia sea aún más efectiva.

Bergman también da un giro interesante al explorar la dinámica de pareja en una relación sumida en la desgracia. La tensión entre Alma y Johan establece un rítmico juego psicológico que se convierte en un tira y afloja entre amor y desesperación. Lo que parece ser un retrato de un tormentoso romance se convierte en un comentario sobre el significado del arte, la inspiración y el sacrificio personal.

Otro aspecto relevante es la atmósfera visual de la película, filmada con el asombroso ojo de Sven Nykvist, el director de fotografía habitual de Bergman. Las tomas son visualmente impactantes, utilizando sombras y luz para crear un contexto inquietante que se siente casi palpable. La elección de los ángulos y la edición contribuyen enormemente al sentido de desasosiego que impregna la película.

En su clímax, «Hour of the Wolf» rebasa la simple carga de lo que se presenta como «terror» y se adentra en un territorio donde las realidades y las alucinaciones se confunden, dejando a Alma a merced de la realidad distorsionada que Johan ha creado. La conclusión es inquietante y deja una marca duradera, ya que plantea preguntas sobre la naturaleza del amor y la locura.

La película sigue influyendo en el cine contemporáneo, destacándose como un precursor de subgéneros como el horror psicológico y también como una fuente de inspiración para directores modernos. A través de su exploración de lo que acecha en las profundidades del ser humano, Bergman encontró una manera de contar una historia de horror que no solo asustaba, sino que también hacía reflexionar.

En resumen, «Hour of the Wolf» es una película que redefinió lo que significa el cine de horror, creando una experiencia que es tan introspectiva como aterradora. La obra culmina en una brillante observación de los monstruos que todos llevamos dentro, haciéndola relevante aún en la actualidad. Definitivamente es un filme que merece más reconocimiento y es un recordatorio del genio de Ingmar Bergman, un autor que nunca dejó de explorar la complejidad de la condición humana.

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