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«Este biopic artístico, devastador y poderoso no se parece a nada de lo que produce Hollywood hoy en día.»
Este biopic artístico, devastador y poderoso no se parece a nada de lo que produce Hollywood hoy en día.

Si estás buscando una biografía cinematográfica que realmente resuene, no busques más que «Control». Esta película ofrece un enfoque profundo y conmovedor sobre la vida de Ian Curtis, el icónico vocalista de Joy Division. La dirección de Anton Corbijn crea una atmósfera que sumerge al espectador en el angustiante mundo del músico, mostrando no solo su ascenso a la fama, sino también sus luchas internas.
La trama se centra en Ian Curtis, interpretado por Sam Riley, un joven poeta atrapado en su monótona vida en Manchester. En busca de significado, Curtis se une a una banda que pronto se convierte en Joy Division, inspirado, en parte, por un concierto de los Sex Pistols. A pesar de su éxito, sus demonios personales lo persiguen, lo que se traduce en un dolor emocional que impacta sus relaciones, especialmente con su novia Debbie, interpretada magistralmente por Samantha Morton.
Uno de los aspectos más sobresalientes de «Control» es su estilo visual. Corbijn, originalmente fotógrafo, utiliza una paleta de grises y blancos que refleja a la perfección la visión sombría de Curtis sobre el mundo. El uso consciente del encuadre y las luces crea una experiencia casi tangible del desasosiego que Curtis siente, tanto en el escenario como en su vida privada.
La película evita clichés típicos de biopics musicales, eludiendo cualquier intento de explicar demasiado sobre el arte de Curtis. En su lugar, nos ofrece destellos de momentos clave que moldearon su vida, permitiendo que el espectador un poco más decida qué significan. La actuación de Riley es especialmente impresionante, ya que captura la vulnerabilidad y la desesperación de Curtis a través de su presencia escénica y su manera de interpretar.
La relación entre Ian y Debbie es el corazón de la historia. Las peleas entre ellos destacan la incapacidad de Curtis para comunicarse y cómo su depresión afecta a quienes le rodean. Morton brinda un retrato de una mujer que ama profundamente, pero se enfrenta a la dura realidad del vacío emocional que Curtis deja a su paso.
«Control» no es solo una película sobre un músico; es un estudio sobre la lucha personal con la depresión y cómo esta puede consumir incluso a las almas más brillantes. La obra no busca la simpatía del espectador ni usa el dolor como un espectáculo, sino que provoca una reflexión profunda sobre la salud mental y el precio de la fama.
La obra logra su mayor impacto al mostrar cómo la música es el único alivio para Curtis, un medio para expresar su angustia, aunque esa expresión no sea suficiente para salvarlo. A través de esta narrativa honesta, «Control» se aparta de otras biografías, ofreciendo una mirada cruda sobre la lucha interna de uno de los íconos del rock.
En resumen, «Control» resalta como una obra maestra que combina un guion dolorosamente honesto con unas interpretaciones memorables, destacando la cruda belleza que puede surgir del sufrimiento humano. Si quieres ver un biopic que realmente capte la esencia de su sujeto, este es un filme que definitivamente no te puedes perder.