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«Este western de Sam Neill revela la brutalidad implacable del desierto australiano.»

¡Descubre la dureza del desierto australiano a través de este impactante western protagonizado por Sam Neill!

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Si te gustan los westerns con un toque emocional y reflexivo, definitivamente tienes que ver «Sweet Country». Esta película dirigida por Warwick Thornton es una joya del cine australiano que explora temas complejos relacionados con la violencia y la injusticia social en el devastador paisaje del Outback australiano.

La historia nos transporta a la década de 1920, donde seguimos a Sam Kelly, un hombre aborigen que enfrenta la brutal realidad tras un acto de violencia perpetrado por un veterano de la Primera Guerra Mundial. El filme está cargado de tensión desde el primer momento, ofreciendo una mirada cruda a las relaciones raciales y de género que aún resuenan en la sociedad actual.

Uno de los aspectos más impresionantes de «Sweet Country» es la habilidad de Thornton para construir la tensión a lo largo de la narrativa. Desde el principio, vemos cómo Fred Smith, un predicador que parece simbolizar la compasión, es incapaz de actuar y se ve envuelto en una situación que solo se complica con la llegada de Harry March. El juego de poder entre los personajes desencadena una serie de eventos trágicos que nos mantiene al borde del asiento.

La actuación de Sam Neill como Fred Smith es un deleite. Su personaje, aunque bien intencionado, es un trágico espectador que refleja la impotencia de aquellos que no pueden enfrentarse al racismo y la injusticia de su entorno. Junto a Neill, Hamilton Morris y Natassia Gorey-Furber brindan actuaciones memorables que aportan una profundidad emocional a la trama.

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Pero no todo es violencia; «Sweet Country» también ofrece momentos de ternura. La relación entre Sam y Lizzie es un faro de esperanza, incluso en medio de la adversidad. Sus interacciones añaden una capa de humanidad a la narrativa, recordándonos que, a pesar de las tragedias, el amor y el apoyo pueden florecer.

Además, la representación del paisaje australiano es impresionante. La cinematografía capta la belleza y la hostilidad del Outback, convirtiéndolo en un personaje más dentro de la historia, reflejando las luchas y conflictos de los humanos que lo habitan.

Un aspecto que destaca en la película es su brutalidad visual, que no escatima en mostrar las realidades más oscuras de la época. Sin embargo, esta brutalidad no es gratuita; está muy bien justificada y forma parte del mensaje crítico sobre el pasado colonial de Australia.

Por último, «Sweet Country» nos deja con preguntas profundas sobre la justicia y el racismo, sin ofrecer respuestas fáciles. Es una película que no solo entretiene, sino que también provoca reflexión, destacándose como una obra importante del cine contemporáneo. Así que si buscas algo que te haga pensar y sientas la barbarie de tiempos pasados, no dudes en darle un vistazo a «Sweet Country».

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